13.9.05

ILUMINADOS POR UN JOSJORO

El bueno de Ambrosio salió del cine pisoteándose el alma. Fundamentalmente por Tristán Bauer, un excelente director, el autor de un Cortázar impecable, y acá apelando a todo su oficio para no contar nada, largar tres o cuatro consignas baratas y terminar pegando debajo del cinturón del patriotismo con el probre recurso de la voz en off payando unos TXTs realmente hueros.

No se podía esperar mucho de un libro con la presencia de un ex montonero exitoso como autor de best seller, la provincia de San Luis del clan Saa y el de Santa Cruz de la Repsol y 500 millones de dólares salvados del corralito gracias a las buenas migas con el Mingo Cavallo.

Pero hay algunas adulteraciones de la historia, al mejor estilo de nuestras clases dominantes desde el Billiken, que dan en los quimbos. Por ejemplo, mostrar el video de la plaza del 10 de abril de 1982 y no decir ni mu que fue convocada por el gordo José María Muñoz, (a) El Relator de América, y que las cámaras de ATC pescaron con especial fruición el ingreso a la multitud de la troika formada por Carlos Saúl I° de Anillaco, El Loro Miguel y el Triste Ubaldini, cuyos militantes habían sido rigurosamente cagados a palos unos días antes en ese mismo lugar. Como también el silencio total en torno al Boeing 737 que detuvo el peruano Alan García en el aeropuerto Chavez de Lima y que los milicos no le dieron pista, rebosante de 300 combatientes exiliados que venían a pelear hombro con hombro con sus captores, torturadores, secuestradores y asesinos en pos de valores supremos.

La anécdota de un ex combatiente más que se amasija para hacer el flash back de la confusión, el barro, la neblina, un zumbo y un oficialito que de tan malos son patéticos e inverosímiles, unas trucas computarizadas de guerra que no sirven ni para le peor de una teleserie del Chueco Suar terminan de componer una zaga que, como dijo Ambrosio, antes de subir a la catramina después de tener que darle manija a mano porque de triste no quería ni arrancar, el que quiera ir a iluminarse con ese fueguito lo mejor que puede hacer es llevarse una linterna, aunque sea una de esas berretas que por dos pesos venden en el subte.

Qué lástima el director. Como hubiera dicho el mismo Cortázar de sus adoraciones, siempre se recae y los bueños de la tía son una segura recaída, Tristán. Otra vez será.