5.9.05

Los oQpas bañados y paquetes



UNA COSTRA FRESQUITA QUE EL VALIENTE PERIODISMO NACIONAL NO PROMOCIONA


Pongamos por caso que un negro de mierda y familia no tienen para dormir y para guarecerse otra cosa que la intemperie y levantan una choza miserable en un terreno fiscal o en uno privado, abandonado durante años. Ahí nomás, para desmentir a los se lavan la boca diciendo que la justicia tarde, pero llega, presentan la denuncia por usurpación, sale la orden judicial, vienen las topadoras municipales y la Guardia de Infantería y arrasan con esa gentuza que no conoce del respeto a la ley y a las normas de la civilización, qué tanto joder.

Pero en la Argentina decadente también existen los altos jefes policiales de la división Toxicomanía, que en pleno apogeo de la rotura de caño de pus que algunos siguen llamando menemismo o Segunda Década Infame, en pleno Villa Crespo, decidieron hacerse un quinchito tipo chalet de tres ambientes, luz fluorescente, parrilla, chimenea, todo sin importar la resistencia de la estructura del edificio y el culo fruncido de los honorables ciudadanos pequeños burgueses restantes, condóminos, y como ese flor de pedazo de terraza a la calle, aparte de violar viejas normas establecidas de la prohibición total de alterar frentes de edificio para la gente de 1a. clase no existe, como se quedaba sin la terraza de propiedad común pero uso exclusivo que marca la ley, ahí nomás, qué joder, ya que estaban los albañiles, corrió la raya y se apropió de un buen cacho de terraza de propiedad común sin ningún tipo de uso exclusivo, exactamente lo mismo que a los negros de mierda que después reempujan con la topadora.

Pero una cosa es una cosa y otra cosa, otra. Máxime si hay uniformes, charreteras y botones dorados de por medio. Nuestras policías no son respetables, pero son corporativamente temibles. Con la cantidad de salames que hay en el país se preguntarán por qué no una denuncia a la municipalidad, que pidan planos y la autorización de reformas con el 100% de los votos de los condóminos como si Cromañón hubiera sucedido en Groenlandia. A la inutilidad y corrupción actual, déficit fiscal, abundancia de inútiles y otras bondades, ahora han votado una subdivisión que aumenta el número de burócratas como el agua de los fideos y por lo tanto otra cuota de ineptitud y corrupción, cosa de cumplir la vieja ley no escrita de vamos todos juntos que juntos somos más.

Exigir que se cumpla lo normado y que los oQupas devuelvan lo que no es de ellos, más daños y perjuicios es sólo para opas y anotarse en una beca para un doctorado en boludología en La Sorbona. El que pega primero, pega dos veces, y el arrebato es lo vigente de facto en un país decompuesto y de facto. Una de las esquina de Santa Fe y la 9 de Julio, con pisos chetísimos de varios cientos de miles de dólares, fotografiado con helicóptero especialmente, luce una terraza completa tomada por el portero porque el depto destinado especialmente al trabajador protegido por el SUTERH de los Santamaría le quedaba demasiado chico. Son varios centenares de metros que cuando un nuevo comprador va a ver las ventajas de semejante edificio y quiere subir a ver la terraza que sería de su propiedad y uso común, pará, viejito, aire papirri, propiedad privada, claro, pero del proletariado peronista, una joyita de jardín del laburante limpiapisos, muebles de jardín, quinchito, tampoco en cuestión de vivir mal en un lugar así.

Al lado, por Santa Fe, está el edificio donde vivía El Pajarito Suárez Mason, que se nos fue, pobrecito, qepd, y en donde se asentaron desde hace dos años los llamados pingüinos, unos santacruceños jóvenes del séquito oficial del doctor K. que tienen patente de corso junto a un ministro de la misma procedencia, que va de visita y se deja el Mercedes Benz Constellation, último modelo, estacionado en la vereda que no corresponde, abierto, con chapa oficial, ganado con el sudor de la frente. Ahora, más encima, con la senadora Fernández desgranando sentidos y emocionantes discursos en pos de los derechos humanos, les inventaron una subsecretaría, tienen unos sueldos de la gran puta y credenciales de la Rosada.


Con el sudor de la frente de la manga de otarios que trabajan y los votan. Está todo legalizado en el País-Estancia que no puede olvidar a los don Juan Manuel, Facundo, Pancho y otros prohombres que hicieron tanto por la civilización como por la barbaria, aunque, si se quiere, más que nada por la civilización de la barbarie.

Malacostumbadros por los vientos patagónicos, los desiertos, gritar para que los escuchen y demás, estos nuevos ejemplares tienen en ascuas a los paquetes vecinos con unos equipos de música, los que, comparados con los de las discos, éstos son un susurro del mar.

No hace mucho Ambrosio llevó en su catramina a un veterano abogado que forma parte de una de las cámaras de la propiedad horizontal que trata de un poco de orden en el quilombo organizado y currero en gran escala que funciona detrás de los 100 mil consorcios en que los porteños viven como el culo, amontados y peleados a muerte como si fuera poco. Tienen una causa donde una de las principales, prestigiosas y más viejas inmobiliarias de la capital, que despunta el vicio administrando un consorcito aquí y otro más allá, en una torre de varios centenares oficinas pagó las facturas de Metrogas con tarjetas de crédito truchas, vino el reclamo y tiraron voladores como si se tratara de Ezeiza un día de gran actividad, y cuando ya los tenían con sentencia condenatoria en primera instancia y en cámara para mandarlos a la gayola, vino la nueva corte, la patagónica, y mientras todas las buenas conciencias hablaban del desaguisado de esta nueva versión de la injusticia y la impunidad por la cantidad de negros de mierda, de cuarta, chorros y asesinos de viejitas jubiladas que quedaron sueltas, héte aquí que el principal responsable de la famosa inmobiliaria le ocurría otro tanto y le quedaban en el bolsillo, plin, caja, 250 mil dólares limpitos de polvo y paja.

La Argentina es un país maravilloso y milagroso. Nadie lo puede negar.

El abogado de Metrogas es el doctor Ricardo Gil Laavedra, constitucionalista, alfonsinista, quien llamó a su colega de esta cámara y en el latín más antiguo y entendible le dijo por teléfono: «Nos cagaron a los dos, doctor. Yo ahora no tengo más remedio que accionar contra esos consorcistas que ya pagaron, fueron estafados y van a tener que pagar de vuelta, porque así lo fija la ley, pero nos cagaron a los dos.»

Ambrosio no es experto para nada en derecho ni tampoco lo quiere ser. Ya tiene demasiados defectos como para agregar uno más y en una de esas tenerse que pasar cinco o seis años en una facultad, rindiendo exámenes para después salir y que le digan avenegra, picafeces y otras insolencias. Pero así y todo cree que el doctor Gil Laavedra se ha quedado corto porque acá hace rato que nos vienen cagando a todos.

Y para cerrar este capitulito de los oQupas, que en realidad oQuparían tomos varios del Espasa Calpe, queda para último botoncito de muestra el muy monono edificio de la avenida Rivadavia, donde para entrar, por razones de seguridad, hay que ir acompañado de los padres y con análisis de sangre, y aparte de que ya un administrador los cagó de arriba abajo con una estafa de aquellas, uno de los del piso de más arriba tiene tal cantidad de antenas que ya han intervenido el CONFER, la Fuerza Aérea y hasta la Liga de Amas de Casa de Lita de Lazzari, criaturita e'Dios, todos están contestes que es una aberración, amén de problemas de seguridad y demás sospechas grosas varias.

Pero no, che, vea lo que son las cosas. Como son paisanos de origen, al que consideraría infractor y algo más en otros países subdesarrollados del hermisferio norte, acá lo defiende el estudio particular de uno de los miembros del Tribunal que posa para la estatua por haber metido en cana a las primeras juntas del proceso y ya ya sido varias veces ministro, y no, no hay caso, las antenas están lo más chotas, funcionando las 24 no se sabé para qué aunque todos tengan alguna maliciosa sospecha para qué y quiénes.

Como en la canción a Cándido Portinari, en la Argentina siempre es de noche y se puede, se puede, Buenos Aires y un bandoneón, todo lleno de oQpas, pero nada que ver con los negros de mierda, porque a éstos, con sólo dejarlos respirar, ya mostramos los sentimientos humanitarios que abrigamos los argentinos desde siempre. Después, sin encima los piojoso se quieren quedar con algo que no les pertenece para que los hijos no se les llueva ni pasen frío, qué piedad ni qué ocho cuartos: topadoras, hijos de puta, vayan a trabajar, agarren la pala, agarren.