YA HAN PASADO DOS AÑOS
El 19 de setiembre del 2006 Julio López, de 79 años, salió de su casa aparentemente para dar una vuelta. Se ha repetido hasta el hartazgo los vecinos con que se cruzó, las trivialidades de que hablaron. Nadie lo ha visto nunca más. Se había animado a declarar sobre sus tres años de recluisión y tormentos por la policía bonaerense de Camps, asistido por Etchecolatz, y la multitud de marchas, pegatinas, reclamos, inclusos afiches en las lunetas traseras de la bonaerense actual no han dado resultado alguno.
No pocos se han devanado los sesos hasta en las hipótesis más delirantes. Ahora sus hijos han arremetido con un pedido de investigación sobre el entorno, un concepto que incluye a funcionarios judiciales y miembros de los organismos de derechos humanos, grupos éstos de los que la familia tuvo mucho cuidado de mantenerse apartada durante todo este tiempo.
Nadie le quita los ojos de encima al lobo que junto a algunos secuaces más está purgando cadena perpetua gracias, entre otras cosas, al testimonio del anciano albañil. Al aparato o restos de él que quedaron de la larga noche del Proceso, cuando desde bastante antes venía oscureciendo ante casi la frivolidad de los más y donde todavía está lejos de aclarar por más que se hayan conseguido algunos resultados por cierto encomiables y todavía haya algunos que quieran sacar réditos y electorales.
La actual presidente de la Nación, doctora Cristina Fernández, también de la La Plata, la mañana de su asunción todavía no se había calzado la ropa para hablar ante el Congreso que en una isla del Delta, dependencia de la Prefectura Nacional Marítima, aparecía muerto por envenamientro otro de los acusados por haber colaborado entusiastamente en el genoicidio. De los autores, ni sombra. Sï, en cambio, que hasta entonces el acusado había llevado una vida bastante poco parecida a la que la gente cree que lleva un recluso acusado de semejantes delitos. Para algunos, sus pares, enternecidos, le habrían permitido hasta una vueltita, pero corta, ¿eh?, por Europa, para estirar las piernas y recordar la tierra de sus ancestros.
Dos años. Y sin rastro alguno. Como si se hubiera volatilizado. En su lugar, aportando al revuelo nuestro de cada día, han aparecido las drogas de fantasía, los carteles mexicanos de la efedrina, las ejecuciones sumarias utilizando los métodos enseñados por el Mosah a nuestras fuerzas de seguridad (¿seguridad?) y un maletín con 800 mil dólares Made in Caracas en un jet privado charteado por un organismo argentino y a cargo de un funcionario de gobierno encargado de los peajes terrestres para acompañar a funcionarios del gobierno caribeño a cargo de regentear las fabulosas reservas petroleras.
Como si fuera poco, el flameo del sistema capitalista que en 48 horas llevó al país de ser el elegido en proveer otra vez a la humanidad de alimentos, como alguna vez lo hiciera el Granero del Mundo, llenarnos de divisas, chapotear en plata a lo lindo, hasta los pobres iban a comer algo, ahora ve con desesperación si la tabla de telgopor, comprada de ocasión y uso playero de los chicos, no nos dejará también irnos a pique.
Pero ninguna de estas cosas va a aportar algo sobre el paradero de Julio Jorge López. Todo lo contrario. The show must begin. No iba a pasar mucho sin que la Larga Noche se tragara al joven Luciano Arruga. Todos los detalles en una bitácora completa dedica al caso puntual y sobre otros Asesinatos Oficiales de La Maldita.