4.1.08

ADELANTE CON EL AUTOEXTERMINIO ARGENTINO

Una imagen repetida. Todas son iguales. Pueden ser de cualquier siniestro. Da lo mismo. La escengografía no cambia.

NO SACAN LA MANO NI PARA DOBLAR

Para este año, el capitalismo baboso, que festeja el supuesto crecimiento a un ritmo del 10%, que la inflación no llega ni a un dígito, que los únicos descocupados son los empleados públicos que no trabajan, anunciaron que se van a poder en marcha, en condición de matar y ser exterminados, 540 mil 0 kms. más. No se trata de humor macabro o sadismo: lo festejan seriamente. Y es una patología colectiva que ya lleva su tiempo, que está bien instalada, y que barremos bajo la alfombra. Es una conducta colectiva suicidógena porque casi el 70% de los que todavía tilingamente siguen llamando accidentes son piquitos de frente a 140 por lo menos.

Los comentaristas audaces, capaces de denunciar a un gato porque se comió el bofe, claman a los cielos, además de pedir la intervención del presidente, que es lo que viene pidiendo desde el 25 de mayo de 1810, por una legislación especial (¿?), mayor rigor en las normas, más control y en general todo lo que tienen que hacer LOS OTROS, no nosotros, que somos ciudadanos ejemplares y cruzamos semáforos en rojo es por un llamado del deber, por el sacerdocio del Cuarto Poder.

Cuando ya el calorcito de lo último del 2006 apretaba el frente de la Legislatura porteña fue escenario de uno de los tantos hechos deleznables que la Reina del Plata ofrece a diario. Colectiveros y peones de taxi, mejor dicho pesados profesionales contratados como gremialistas porque cada sindicado tienen lo suyo, se dieron fuerte y tupido con los uniformados. Hubo más de un exceso y heridos. Los representantes de los trabajadores exigían quedar exceptuados del régimen de puntaje para la renovación de la licencia profesional porque eso atentaba contra la fuente de trabajo.

En romance, querían patente de corso para seguir haciendo lo que hacen.

Durante un show televisivo clásico, con escenografía clásica, representación no proporcional clásica y resultado clásico, esto es, que son más inútiles que el agua de los fideos y que siempre terminan en empate técnico, el representate troskista fue basureado por el kirchnerista, debido a la falta de representatividad y arrastre que históricamente llevan como un cruz los seguidores de Altamira. Pero se guardó muy bien en no responder las cuestiones de fondo que se le planteaba, como fueron que lo que estaban reivindicando no eran los entre 3 y 5 mil pesos por mes que se llevan como sueldo promedio esos ciudadanos a la casa, sino el salvaje sistema de explotación impuesto por el neoliberalismo para lograrlo: entre 10 y 12 horas de trabajo, cumplimiento estricto del horario en los circuitos que los lleva a cualquier desenfreno y que llegado el momento los frenos pisados a fondo no alcancen, falta de de horas de descanso, el rechazo a que ese jornal sea por seis horas diarias de trabajo como toda labor insalubre porque manejar en Buenos Aires no es insalubre, desestructura cualquiera aparato psíquico y hasta es letal.

El peronista transversal, que trabaja de tal cosa en la Legislatura porteña, se fue por la tangente, le refregó por el hocico el 45,5% logrado en las últimas elecciones gracias a la compra a granel de municipios completo con todos los votos adentro con la plata del superávit fiscal y democráticamente prometió volver a sentarse con esos insignes representantes del proletariado del volante a ver qué solución changa podían encontrar, ni yanqui ni marxista, para que fuera derecho a la imunidad sin serlo.
A los pocos días, en pleno San Cristóbal, a la salida de clases de un colegio privado religioso, un colectivo de pasajeros se llevó puesta a una maestra. Las cámaras de un telenoticiero registaron a un comisario que no podía disimular el impacto emocional, le había tocado en suerte tener que ir a informar en la cara a las compañeras de la docente y ahora tenía que hacer otro tanto con la familia. "¿Cuándo vamos a parar todo esto de andar con el acelerador a fondo para cumplir los horarios de los circuitos?", dijo al borde de la vehemencia. "Nos estamos matando para cumplir diagramas que no se pueden cumplir por el estado en que está todo, el tránsito, la gente los semáforos. ¿Hasta cuándo?" Tuvo la elocuencia de la investidura y de que la conmoción no era para ganar puntos de raiting. Ahora, ¿era un comisario trostkista? Porque dio los mismos argumentos del que había sido desdeñado por ridícula minoría electoral a cargo de los dueños de un circunstancial 45,5%.

Ahora una ONG que hace rato viene batiendo el parche volvió a insistir con que el promedio diario de muertes por accidente de tránsito es de 22 por día. Un poco antes, en cámara, el representante de Missing Children dijo que era de 15. Para otros supera los 30. En resumen, una tómbola tan o más siniestra que la de los muertos del fútbol. Como al decir del general, la única verdad es la realidad, y se olvidó de ponerle las comillas porque el pleonasmo tiene dueño, la cantidad de comunicadores sociales, para llamarlos de alguna manera, no oficialistas, sino alcagüetes que han florecido resulta realmente sorprendente. En un canal de aire, con esa soltura e impavidez que tienen para decir cualquier pavada y quedarse con gesto de verdad revelada gratis, tomá, usala vos, pusieron cara compungida y remarcaron el titular inicial, estrepitoso, que decía a fines de octubre del 2006 el promedio daba una muerte por hora en accidentes (?) de tránsito, o sea, textual, sin ponerse colorados, "22 muertes por día."
Un toque de atención para todos los argentinos, como es Clarín, que no se anda con chiquitas en materia de confusiones y otras yerbas, mucho menos en tiempos de exactitudes computacionales, tituló Más de 8 mil muertes al año, una vaguedad inaudita, vergonanzante, irrespetuosa. Claro que siempre con los 22 muertos promedio al día. Ahora ocurre que la calculadora, que de periodismo no sabe un pomo, da que cruzando esas cifras el total es efectivamente de más de 8 mil, 8.100 si se quiere ser más precisos y ellos acotan 8.104 citando a la fuente. En el mes a mes es donde se ve que usan tecnología de última generación porque siempre de acuerdo a la fuente dicen que las víctimas fatales llegan a 675 y la calculadora da que 22 por 30 es 660 y si lo multiplicamos por 12, que es hasta ahora la cantidad de mesas en la continuidad del cambio, el guarismo da 7920, o sea, por debajo de los 8 mil estrepitosamente anunciados.
Sin contar con que estamos hablando de seres humanos, que jamás sabremos el número exacto de la Guerra Sucia, las bajas en Malvinas que en un momento llegaron a tener más de 900 colimbas de diferencia porque a los oficiales los contaron bien, uno por uno, y ni pío de la famosa categoría delincuentes abatidos en un enfrentamiento al no acatar la voz de alto y responder abriendo el fuego. En un país impreciso, regido por las impreciones, que hace un culto del error humano porque es el más pingüe de los negocios en rubros varios, en materia del Autoexterminio Argentino nuestro de cada día por supuesto ni pío del llamado costo social porque aunque parezca obvio, incluso hasta asqueroso, el muerto se muere y pasa a ser estadística. Están los núcleos familiares afectados, un cálculo de por lo menos cuatro ciudadanos por víctima fatal, la movilización de bomberos, policías, la salud pública (de la privada, ni hablemos porque no mueve ni una bicicleta), medicinas y demás.
En un tiempo en que Clarín le movía duro el bote al gobierno respectivo no sólo se hartó de batir el parche que teníamos el récord mundial, lejos, de suicidios, qué suecos ni suecos, primero nosotros, papá, y 9 mil muertos al año en materia de pegarse piñazos de frente en las rutas con la pata en el piso y un costo social bordeando los 10 mil millones de dólares. Por suerte, ahora, entre otros grandes transformaciones, tenemos al licenciado Guillermo Moreno, un as con el lápiz, y que en un santiamén nos dibuja el número que queramos, siempre un talle menos, claro, ya estamos bufando como gorda adentro del corsé, o si no le pasa el WinZip y listo, a la mierda, qué tanto escándalo.

Porque al kichnerismo ya no le alcanza con los índice del costo de vida, la canasta familiar, la desocupación y demás del INDEC, donde técnico que molesta es enviado a alguna dependencia afín del zoológico a juntar puchos, sino que hay que darse por enterados que el Día Transversal tiene 22 horas, ya no más las aburridas 24 de hace tanto tiempo, por lo cual vamos a tener cantidad más de años bisiestos y esto va a formar parte del cambio en el cambio, aparte de lograr un considerable ahorro de energía porque el asunto, con alguna manita amiga para conseguir un poquito más en el tarifazo, ya se está pareciendo al alfonsinismo y no van a faltar los que empiecen a gritar que vuelva el Turco.

El protagonismo mediático diario, a todo esto, sobre todo el televisivo, han pasado a ser los choques múltiples y los heridos varios de todo tipo, con alguna víctima fatal para matizar la velada, como aquella macabra milonga de principios del siglo pasado que daba cuenta de una fiestita popular en un conventillo boquense.